domingo, 11 de octubre de 2015

La Evaluación inicial:

En mi época de estudiante universitario de Filología en la UMA (porque he tenido diversas facetas y lugares de estudio) tenía por costumbre coger muy buenos apuntes de muchas asignaturas. Mis compañeros me los pedían y siempre los prestaba, la verdad. 
En aquella época, insisto, solía, igualmente por costumbre, escribir títulos barrocos a determinados capítulos de dichos apuntes. Para que veáis más claramente a lo que me refiero, os pondré un ejemplo con el título de este post:

De cómo el artífice de la enseñanza, en la muy venerable y consagrada institución educativa fruto del maligno de nuestra época secular, realiza, bajo el rigor del fuego cruzado en batalla campal, las pruebas necesarias con objeto de evaluar inicialmente a sus súbditos obedientes en el primer día de campaña escolar o la destrucción del alumnado.

Pues a eso me refería.


Como tantas cosas de nuestro sistema educativo, algo tan interesante como la evaluación inicial la hemos acabado pervirtiendo de tal forma que se convierte en un mero examen más sin ningún interés ni por parte de los alumnos ni por la de los profesores.
La administración nos obliga a realizar una evaluación inicial antes del 30 de septiembre (en el caso de secundaria y en Málaga, aunque muchos centros lo hacen cuando les viene en gana, todo sea dicho) y a poner una nota en el ya consabido programa informático.
Y los profesores, que se abalanzan con la desesperación del agobio repentino a hacer exámenes, se prostituyen ante esta determinación indeterminada.
Lo que decía, fruto del maligno.

Después de unos necesitados y ansiosos  83 días de vacaciones por parte del alumnado, tú vas y les preguntas por un montón de cosas que ya sabemos que a la mayoría ni les va ni les viene, de un montón de disciplinas diversas y en apenas la primera semana de clase.
Luego vienen las quejas: es que vaya una porquería, cada vez vienen peor, no tienen ni idea...
Si ya los exámenes son un error, imagínense esta prueba inicial podrida y envenenada por la ignorancia y servil borreguismo de muchos profesores.



Mis alumnos flipan en colores cuando les hago mi prueba de evaluación, totalmente anónima y con preguntas del tipo:

- ¿Te gusta la asignatura de Lengua? ¿Qué cosas te gustan más y cuáles no soportas?
- ¿Qué te gustaría sacar este curso de la asignatura?
- ¿Qué propuestas y ocurrencias tienes que hacerme?
- ¿prefieres libro de texto y examen o charlas, talleres, no hacer exámenes y trabajos?
- ¿Te gusta leer? ¿Qué cosas? Recuerda que los cómics y revistas del cotilleo son lecturas, aunque muchos profes digan lo contrario.

Y así otras cosas que se me van ocurriendo.

Su reacción siempre es la misma:

- ¿Esto es en serio, profe?
- Sí. Y es necesario que seais totalmente sinceros, con esto me hago una idea inicial del lugar del que parte la clase para poder venir preparado y tener un gran año entre todos. La idea es que disfrutéis, lo paséis bien y aprendáis.

Y algunos la responden de aquella manera, pero hay otros que escriben obras de arte en el mundo de la evaluación inicial. Y ahí es donde empiezas a crear un ritmo de trabajo consensuado ideal en el que todos (o la mayoría) aportáis vuestro granito de arena o vuestra playa entera.

Señores, señoras, la evaluación inicial no es un examen en el que ya al inicio calificas a tu alumno/a con un 3 o con un 9. No tiene nada que ver. Lo están entendiendo mal, muy mal. Requetemal. Malérrimamente mal, que diría mi amigo Antonio.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Los uniformes uniformados

No, aún no he cambiado mi blog. Y tras un verano reparador, reaparezco de nuevo aquí, porque nunca llegué a abandonarlo.

A mí no me gustan los uniformes, creo que ya ha quedado claro en algún hilo. Y hasta me importa una M el color de la selección (y lo digo desde el respeto), aunque entiendo que vayan todos iguales para no equivocarse al pasar el balón del deporte que sea (cosa que nos ha pasado a muchos cuando hemos jugado cada uno de un color).

Entiendo lo que dicen muchos de la comodidad. Quizás ese razonamiento pueda ser hasta indiscutible: es más cómodo, todos los días lo mismo (aunque vaya en contra de la neurociencia, esa que te dice que hagas cosas diferentes a diario y tomar caminos diferentes y cambiar tus costumbres… para mantener más vivo y despierto el cerebro y tus conexiones neuronales), pero es cierto, puede ser cómodo (o lo es para quien lo sea). Y se me vienen a la cabeza cosas muy cómodas, como, por ejemplo:
-          cuando estás en clase y un niño/a de clase hace algo que el profesor entiende que no es adecuado o que está mal o que atenta contra la convivencia, pero no sabe quién ha sido: ¿lo más cómodo? Castigar a toda la clase, sin distinción ni miramientos, hasta al que había salido al baño o faltó ese día. 
-          Mis niñas hacen algo indebido, peligroso o yoquesé… anda ya, voy a charlar con ellas durante más de media hora para explicarles y razonarles, lo más cómodo es un guantazo bien dado y ya verás como no se le olvida.
-          Centro de secundaria: pelea grave con golpes y todo el kit de peleas entre dos o más compañeros que suelen ser buenos alumnos pero que un día se han calentado más de la cuenta por algo que para ellos era importante (independientemente de que a ti te parezca una tontería). ¿Mediaqué? ¿Mediación? ¡Anda ya! Para que te complicas con cosas sencillas y simples de toda la vida… 29 días de expulsión y que se los coman sus padres con patatas, así aprenderán los muy canallas.
Y así, se me ocurren decenas de cosas y casos.
Sin embargo, para mí, lo más cómodo no siempre es el mejor camino. Y en el caso de los uniformes, aunque pueda reconocer que sea cómodo, no me parece el mejor camino.
Por tanto, la comodidad ya no es razón válida para mí, aunque respeto y no me parece ni bien ni mal que lo sea para otros muchos.

El uniforme es mucho más barato. Discrepo. Sé de centros que solo venden su uniforme allí mismo. Y entre el uniforme y el chándal reglamentario se te pueden ir tranquilamente cerca de 180-200 euros al año. Y eso comprando solo un juego. Sé de algunos centros donde, además, no quieren que los niños lleven los baberos o batas (no sé si con la intención de que compres dos juegos de uniformes…pero  no lo incluiré en mis razonamientos porque son solo elucubraciones). 180 euros no me lo gasto yo en ropa en una de mis niñas en una temporada escolar ni por asomo.
Así que el tema de barato, queda descartado para mí.

He leído que algunos preferirían tener uniforme en su trabajo para no tener que pensar ni gastar dinero en ropa diaria. Llamadme guarro, pero yo es que voy a mi trabajo repitiendo ropa cada dos por tres… Si veis mi armario… es chico como yo y no tiene mucha variedad. Pero eso  sí, la ropa que uso es con la que me siento a gusto, aunque en cinco días solo use 2 pantalones y 3 camisetas o menos, o más… según el calor, los días hábiles que tenga esa semana… porque como todo en esta vida, todo tiene su contexto.
A veces también somos muy vanidosos… pero ese es un tema peliagudo en el que pudiera parecer que juzgo (y no es así), por lo tanto, no me meto.
En mi familia saben de sobra que si en mi trabajo hubiera tenido que llevar corbata y chaqueta ya no sería mi trabajo. Un cole tuve una vez así con una sustitución… dos meses de chaqueta y corbata. Y se acabó. Les hice saber a mi manera (que no sé si fue la adecuada) que no me llamaran más. Y a las bodas no voy de uniforme de boda… ni en la mía: camiseta indígena y pantalones de lino. Guapísimo, para que nos vamos a engañar.

Un tema que sí veo más serio con los uniformes es el de la obligatoriedad. Mis niñas, en infantil, estuvieron en un cole público que tenía uniforme, pero era voluntario. Nunca obligaron. Y yo creo que prácticamente todos los niños iban de uniforme.
Todos deberíamos saber ya lo peligroso de las obligatoriedades, las prohibiciones… y es que acaban muchas veces por mal camino: o sumisión, o indefensión aprendida o protestón marginado…
En una boda me obligaron a ponerme un disfraz de pingüino. Y tuve que ir a alquilarlo justo el día antes y de muy mal humor para evitar un serio conflicto familiar. Sopesé actos y consecuencias y pesaron más las consecuencias. Cierto es que fui un blando y me sometí. Me sentó muy mal y me molestó hasta el infinito el hecho de que me obligaran (aunque nadie me pusiera una pistola en la sien).

En este tipo de debates siempre intentamos convencer al otro de nuestra postura, no por ganar, muchas veces es simplemente para que el otro llegue a ver con claridad lo mismo que vemos nosotros de forma transparente. Es una de las funciones del discurso humano y su elocutio. Sin embargo, nos olvidamos de la elección de cada uno para elegir. Cuando alguien está totalmente convencido de algo, raramente va a cambiar de opinión. Lo importante es que cada uno pueda elegir lo que le apetezca a partir de sus propios razonamientos. Y aquí si que coincido plenamente con Azucena Caballero en que lo importante está en no cortar el pensamiento de cada uno. Si mis niñas quieren ir de uniforme que sea tras haberle planteado las opciones y ellas, en su contexto, decidan lo que prefieren, con derecho a cambiar a un lado o a otro en cualquier momento que piensen que es necesario. Y todo ello sin imponerles lo que yo creo que es mejor, más cómodo, igualitario o independiente.

Son ellas las que deciden. En el momento en que empezamos a decidirlo todo por los demás surgen los conflictos a corto o a largo plazo. Pero esto ya es harina de otro costal, y tocará en otro post diferente.


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martes, 23 de junio de 2015

Vacaciones

Pues he tenido un mes de junio más que atareado con un sinfín de cosas. Y hoy, que los chicos se van de vacaciones, por fin, he podido desconectar una parte de mí y he empezado a escribir de nuevo. Y eso que aún no estoy de vacaciones, pero como si así fuera, la verdad.

La mayoría de los chicos y chicas están ya de vacaciones. Quizás todos, no sé cómo andan de fechas en otras comunidades.
Son tiempos de alegría, explosión, felicidad, paz, agobios y preguntas como: "¿Y qué hago yo ahora con el niño?"

Recogidas de notas y recomendaciones para el verano... Ahora es cuando muchos profes y maestros empiezan a dar tareas para el verano. No hablo de los exámenes de septiembre, de eso habría que hacer un post en exclusiva.
Me refiero a los cuadernos de vacaciones y otras lindezas. Me refiero a los sería bueno que...
- hiciera los ejercicios de este libro. 
- terminar de hacer libros que no se han hecho en clase, a recomendar  libros (esos de la musiquita de toda la vida que no voy a decir para no hacer ni publicidad ni contrapublicidad, cada cual que compre lo que quiera o no).
- hiciera un montón de sumas y de restas o vete a saber qué.

Es como si un administrativo se lleva a Benidorm unos pocos de excels para repasar conceptos y tenerlo todo claro a la vuelta, no sea que desconecte tanto que se le olvide.
O que un fontanero se lleve un montón de tubos y haga cañerías en un castillo en la arena de la playa, así repasa.
¿Y si un electricista tuviera que estar obligado a llevarse cables y bombillas a su pueblo, para preparar las fiestas del 15 de agosto?
Y el carnicero se va a Ávila con unos buenos cuchillos, para desmembrar a toda vaca que se tercie, no puede perder la práctica del movimiento y afilado del instrumental.
¿Os imagináis en bañador, en la playa, disfrutando de una brisa marina estupenda y que de repente tienes que ponerte a hablar con todo el mundo en la playa para venderles, por ejemplo, un seguro? ¡¡¡O una enciclopedia!!!
Un profesor que se pasa en los pirineos los días del verano haciendo memorias y programando el curso siguiente (a lo más, también por vicio o deformaión profesional, que piense de vez en cuando en qué hará el curso siguiente).
Los médicos sí suelen llevar un botiquín (al menos algunos que conozco), pero solo porque lo de ellos es vicio puro y duro.

Que no, que no es necesario mandar tareas en verano a los chicos de primaria solo para que mantengan un orden, un hábito, unas prácticas sin remuneración y obligatorias. Si el chico ya ha hecho todo lo que tenía que hacer durante el curso, si ha aprendido y disfrutado con ello a su manera... qué sentido tiene ahora atiborrarlos con libritos dichosos de vacaciones. 
Libro de estudio y vacaciones son dos conceptos perpendiculares, se cruzan en un punto porque no tienen más remedio, pero no tienen ninguna otra relación entre ellos.

Cuando tienes vacaciones tienes vacaciones. Y si quieres haer algo relacionado con tu trabajo o  tus estudios es porque te apetece, no porque tengas que. Los chicos no pueden estar todo el año trabajando, necesitan desconectar su mente de todo lo que es el sistema educativo para poder disfrutar de su imaginación sin par.

Las vacacionesson para ir a la playa, ver el atardecer siempre que se pueda, tomar un helado de vez en cuando; pasear por el mar o por la ciudad, observando las cosas que suceden y fijándose en lo que hay, observando el mundo que nos rodea podemos aprender muchas más cosas de las que creemos; montar en bicicleta o hacer algún tipo de ejercicio; Relajarse, quedarse tumbado con los ojos cerrados, solo respirando y dejando que la vida pase durante esos minutos. No hace falta pensar en nada en esos momentos.
Ir al cine o ver alguna película en casa y/o con los amigos, pasar algún rato con tu familia, no todo va a ser calle y playa con los amigos. Tu familia también te quiere y te necesita (aunque sea un ratito y aunque a veces no te lo parezca).
O para regalar abrazos sinceros a las personas, ellas te lo agradecerán también.

Creo que mis niñas sólo van a jugar y a jugar (en su concepto más amplio y abracando todas las facetas posibles), que bastante han trabajado durante el curso.
 


En fin, feliz víspera de San Juan y buen verano a todos. Que espero que tengáis algunas vacaciones en algún momento  y podáis desconectar de todo.

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miércoles, 3 de junio de 2015

Trasteando en la escuela

Bueno, pues en estos días atrás he tenido la gran suerte de ser entrevistado para la web Trasteando en la escuela. Lo podéis ver en este enlace:

/http://trasteandoenlaescuela.com/portfolio-items/alvaro-ledesma/

Ha sido un placer ser entevistado por estos profesionales respetuosos, trabajadores que quieren dar luz verde a un nuevo sistema de educar en nuestro país. Personas que trabajan para compartir con nosotros las experiencias de tanta gente a lo largo y ancho del país.

Ellas nos llaman Trasteadores y yo he tenido la suerte de ser el tercer trasteador (en cuanto a entrevistado) de esta web.

Me gusta cómo ha quedado en su web, me parece un diseño muy dinámico y atractivo. No es una entrevista más.

Sólo espero que la disfrutéis, que os guste y que lo que no os guste lo digáis tranquila, educada y respetuosamente.

Echadle un ojo a estas trasteadoras (la mayoría son ellas) y no les perdáis la pista.

Para mí ha sido muy chulo decidir responder a sus preguntas, me hacen revisarme, me hacen reflexionar sobre cosas que asumo cotidianamente en mi día a día casi sin pensar, me ha hecho buscar propuestas o valorar cosas a las que no les doy la importancia que podría haberle dado.

Y si a alguno os piden entrevista, no lo dudéis, son muy majas.

¿Queréis echar un ojo a las trasteadoras?
Aquí

http://trasteandoenlaescuela.com/

lunes, 18 de mayo de 2015

¡Qué suerte tienes!

Esta entrada se la quiero dedicar hoy a mi hermana Carolina.

¡Qué suerte tienes! es, en apariencia, una frase inocua y que, no obstante, según en qué contexto, a mucha gente molesta y hace daño.

Yo hoy lo voy a usar para el contexto de los hijos.

Cada vez que nos dicen ¡Qué suerte tenéis! ¡Vaya dos niñas!, mi mujer y yo solemos pensar lo mismo, a veces, incluso, lo expresamos a la persona que lo ha dicho:

Me vas a perdonar, pero suerte podría ser que nazcan sanos, todo lo demás son horas, horas, horas y horas de trabajo constante durante 24 horas al día, 365 días al año.

Es un trabajo intenso y duro que es capaz de sacar lo peor de ti en algunas circunstancias o inducirte a la culpa; sin embargo, a la vez, es de lo más reconfortante, gratificante, placentero, altruista, maravilloso, satisfactorio, innovador, creativo y fantástico que puedas imaginar. Es una aventura increíble.

Es no acabar una discusión con "porque yo lo digo".
Es dialogar durante 40 minutos para ver las posibles soluciones a una pelea fraternal.
Es equivocarse y asumirlo sin complejos.
Es equivocarse y pedir perdón.
Es paciencia, sacrificio elegido, ingenio, paciencia (sé que lo he dicho antes, pero es que hay que tener mucha), creatividad, coordinación, estabilidad, autocontrol, amor, amor, amor, risas, más paciencia y más amor, ternura, caricias, tiempo, tiempo tiempo, cosquillas, abrazos, dedicación, ignorar la estupidez humana que en ocasiones nos rodea, amor, risas, lápices de colores, piropos... y tantas otras cosas que os invito a que dejéis escrito en los comentarios si os apetece.

Ya hablé de algo parecido en mi post Así deletrean los niños la palabra amor de febrero de este año, entrada que si no leíste, te invito a hacerlo ahora después.

Sin embargo, en mi humilde opinión, no es suerte; perdónenme, no quiero ser grosero, pero la suerte es para otras cosas. 

Nosotros no tenemos suerte, tenemos dedicación y tiempo, y amor infinito por nuestros dos regalos del cielo que son nuestras hijas.

No nos vean por la calle y nos digan qué suerte, díganme otra cosa, pero no suerte porque ven que las niñas se relacionan, juegan, aprenden o leen mucho. Han sido muchas horas de trabajo sin reconocimiento de trienios las que hemos invertido, y muy orgullosos que nos sentimos de ellas (de las horas invertidas y de las niñas).
 



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