No, aún no he cambiado mi blog. Y tras un verano reparador, reaparezco de nuevo aquí, porque nunca llegué a abandonarlo.
A
mí no me gustan los uniformes, creo que ya ha quedado claro en algún hilo. Y hasta me importa
una M el color de la selección (y lo digo desde el respeto), aunque entiendo que vayan todos iguales para no
equivocarse al pasar el balón del deporte que sea (cosa que nos ha pasado a
muchos cuando hemos jugado cada uno de un color).
Entiendo
lo que dicen muchos de la comodidad. Quizás ese razonamiento pueda ser hasta
indiscutible: es más cómodo, todos los días lo mismo (aunque vaya en contra de
la neurociencia, esa que te dice que hagas cosas diferentes a diario y tomar
caminos diferentes y cambiar tus costumbres… para mantener más vivo y despierto
el cerebro y tus conexiones neuronales), pero es cierto, puede ser cómodo (o lo
es para quien lo sea). Y se me vienen a la cabeza cosas muy cómodas, como, por
ejemplo:
-
cuando
estás en clase y un niño/a de clase hace algo que el profesor entiende que no
es adecuado o que está mal o que atenta contra la convivencia, pero no sabe
quién ha sido: ¿lo más cómodo? Castigar a toda la clase, sin distinción ni
miramientos, hasta al que había salido al baño o faltó ese día.
-
Mis
niñas hacen algo indebido, peligroso o yoquesé… anda ya, voy a charlar con
ellas durante más de media hora para explicarles y razonarles, lo más cómodo es
un guantazo bien dado y ya verás como no se le olvida.
-
Centro
de secundaria: pelea grave con golpes y todo el kit de peleas entre dos o más compañeros que
suelen ser buenos alumnos pero que un día se han calentado más de la cuenta por
algo que para ellos era importante (independientemente de que a ti te parezca
una tontería). ¿Mediaqué? ¿Mediación? ¡Anda ya! Para que te complicas con cosas
sencillas y simples de toda la vida… 29 días de expulsión y que se los coman
sus padres con patatas, así aprenderán los muy canallas.
Y
así, se me ocurren decenas de cosas y casos.
Sin
embargo, para mí, lo más cómodo no siempre es el mejor camino. Y en el caso de
los uniformes, aunque pueda reconocer que sea cómodo, no me parece el mejor
camino.
Por
tanto, la comodidad ya no es razón válida para mí, aunque respeto y no me parece ni bien ni mal que lo sea
para otros muchos.
El
uniforme es mucho más barato. Discrepo. Sé de centros que solo venden su
uniforme allí mismo. Y entre el uniforme y el chándal reglamentario se te
pueden ir tranquilamente cerca de 180-200 euros al año. Y eso comprando solo un
juego. Sé de algunos centros donde, además, no quieren que los niños lleven los
baberos o batas (no sé si con la intención de que compres dos juegos de
uniformes…pero no lo incluiré en mis
razonamientos porque son solo elucubraciones). 180 euros no me lo gasto yo en
ropa en una de mis niñas en una temporada escolar ni por asomo.
Así
que el tema de barato, queda descartado para mí.
He
leído que algunos preferirían tener uniforme en su trabajo para no tener que
pensar ni gastar dinero en ropa diaria. Llamadme guarro, pero yo es que voy a
mi trabajo repitiendo ropa cada dos por tres… Si veis mi armario… es chico como
yo y no tiene mucha variedad. Pero eso
sí, la ropa que uso es con la que me siento a gusto, aunque en cinco
días solo use 2 pantalones y 3 camisetas o menos, o más… según el calor, los
días hábiles que tenga esa semana… porque como todo en esta vida, todo tiene su
contexto.
A
veces también somos muy vanidosos… pero ese es un tema peliagudo en el que
pudiera parecer que juzgo (y no es así), por lo tanto, no me meto.
En
mi familia saben de sobra que si en mi trabajo hubiera tenido que llevar
corbata y chaqueta ya no sería mi trabajo. Un cole tuve una vez así con una
sustitución… dos meses de chaqueta y corbata. Y se acabó. Les hice saber a mi
manera (que no sé si fue la adecuada) que no me llamaran más. Y a las bodas no
voy de uniforme de boda… ni en la mía: camiseta indígena y pantalones de lino.
Guapísimo, para que nos vamos a engañar.
Un
tema que sí veo más serio con los uniformes es el de la obligatoriedad. Mis
niñas, en infantil, estuvieron en un cole público que tenía uniforme, pero era
voluntario. Nunca obligaron. Y yo creo que prácticamente todos los niños iban
de uniforme.
Todos
deberíamos saber ya lo peligroso de las obligatoriedades, las prohibiciones… y
es que acaban muchas veces por mal camino: o sumisión, o indefensión aprendida
o protestón marginado…
En
una boda me obligaron a ponerme un disfraz de pingüino. Y tuve que ir a
alquilarlo justo el día antes y de muy mal humor para evitar un serio conflicto
familiar. Sopesé actos y consecuencias y pesaron más las consecuencias. Cierto
es que fui un blando y me sometí. Me sentó muy mal y me molestó hasta el
infinito el hecho de que me obligaran (aunque nadie me pusiera una pistola en
la sien).
En este tipo de debates siempre intentamos convencer al otro de nuestra postura, no por ganar, muchas veces es simplemente para que el otro llegue a ver con claridad lo mismo que vemos nosotros de forma transparente. Es una de las funciones del discurso humano y su elocutio. Sin embargo, nos olvidamos de la elección de cada uno para elegir. Cuando alguien está totalmente convencido de algo, raramente va a cambiar de opinión. Lo importante es que cada uno pueda elegir lo que le apetezca a partir de sus propios razonamientos. Y aquí si que coincido plenamente con Azucena Caballero en que lo importante está en no cortar el pensamiento de cada uno. Si mis niñas quieren ir de uniforme que sea tras haberle planteado las opciones y ellas, en su contexto, decidan lo que prefieren, con derecho a cambiar a un lado o a otro en cualquier momento que piensen que es necesario. Y todo ello sin imponerles lo que yo creo que es mejor, más cómodo, igualitario o independiente.
Son ellas las que deciden. En el momento en que empezamos a decidirlo todo por los demás surgen los conflictos a corto o a largo plazo. Pero esto ya es harina de otro costal, y tocará en otro post diferente.
En este tipo de debates siempre intentamos convencer al otro de nuestra postura, no por ganar, muchas veces es simplemente para que el otro llegue a ver con claridad lo mismo que vemos nosotros de forma transparente. Es una de las funciones del discurso humano y su elocutio. Sin embargo, nos olvidamos de la elección de cada uno para elegir. Cuando alguien está totalmente convencido de algo, raramente va a cambiar de opinión. Lo importante es que cada uno pueda elegir lo que le apetezca a partir de sus propios razonamientos. Y aquí si que coincido plenamente con Azucena Caballero en que lo importante está en no cortar el pensamiento de cada uno. Si mis niñas quieren ir de uniforme que sea tras haberle planteado las opciones y ellas, en su contexto, decidan lo que prefieren, con derecho a cambiar a un lado o a otro en cualquier momento que piensen que es necesario. Y todo ello sin imponerles lo que yo creo que es mejor, más cómodo, igualitario o independiente.
Son ellas las que deciden. En el momento en que empezamos a decidirlo todo por los demás surgen los conflictos a corto o a largo plazo. Pero esto ya es harina de otro costal, y tocará en otro post diferente.
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