jueves, 30 de octubre de 2014

La deshumanización humana.

Esta tarde me toca escribir de un tema nada relacionado, en principio, con la educación, aunque, de fondo, todo está relacionado con la educación (sea de escuela, de casa, de calle, o de...).

Hemos sobrepasado los límites inesperados de la indecencia colectiva humana.

No me refiero con esto a los robos a mansalva por parte de la clase política y de los diversos subterfugios a los que se acogen muchos de ellos a lo largo de su carrera; no merefiero a la extendida técnica política de hoy me cago en tus muelas pero mañana te pido perdón... y tan amigos; no me refiero a los recortes en España (que son los que me afectan directamente y los que conozco) en derechos sociales, sanidad o educación; no me refiero al estrés que se está generando con el ébola en el llamado hemisferio norte ahora que podría empezar a afectar a la parte rica del mundo; ni siquiera me refiero al hecho de que una persona negra falleciera en el aeropuerto de Barajas porque, por miedo, nadie se le acercara a ayudarle, no fuera que tuviera alguna enfermedad infectocontagiosa. Y no los juzgo, oiga, porque no sé qué podría haber hecho yo en esa situación; como cuando con 15 años me preguntaban en el cole qué opinaba sobre el aborto o la pena de muerte... Yo qué sé... No me refiero tampoco a guerras químicas, físicas, nucleares o a distancia; ni a la venta de armas o de sustancias alucinógenas; no hablo de la trata de blancas, ni de negras, ni de malasias o indonesias; ni siquiera del tráfico de órganos o del rapto, cada vez más patente, de niños y niñas; ni siquiera me refiero a que los 3 españoles más rico dupliquen lo que tendría el 20% más pobre.

No me refiero a nada de eso. Ni a cualquier otra cosa... que no es poco.

Por primera vez en el mundo y en la historia, al menos desde que se recogen datos, hay más muertes derivadas del exceso de comida que por la falta de la misma. Sí señores, por primera vez, todas las enfermedades coronarias, intestinales (y no sé cuáles más porque no conozco ese campo) que provienen de una mala alimentación por exceso, abuso, deseo, ansia y recurrencia y que derivan en el fallecimiento de la persona, por primera vez... superan al número de muertes registradas por el hambre y la falta de alimentos.

Es la deshumanización, no del arte, que diría aquél, sino de la especie; la pérdida de la humanidad, el rechazo a nosotros mismos no respetando al otro; el no querer ni saber ver que todo proviene de lo que es y que nos hace ser lo mismo y perteneciente a una misma entidad y con un mismo origen al que podemos llamar Dios, Gaia, Maternidad, Pachamama, Energía, el  Vacío Cuántico del que todo brota o aquello que cada cual, si se ha parado a pensarlo alguna vez, lo haya denominado como pudo o quiso.

Cuando se pueda y, de hecho, podamos percibir la sensación y el sentimiento unitario de que todo es lo que es y, por tanto, de que todos estamos conectados porque somos lo mismo, entonces, ese día, dejará de existir el mal en sí mismo tal y como lo conocemos, porque ese día no se nos ocurrirá ningún mal para nadie, igual que no nos cortamos un brazo. 

Y no hablo desde ninguna perspectiva religiosa, sino desde una visión no dual de la realidad en la que la mente no pormenorice nuestra percepción de la realidad, sino que lo haga nuestra alma.


Mientras no llegue ese instante, seguiremos como estamos y, en la medida de lo posible y con los recursos que tenemos, haremos lo mejor que podamos y sepamos con nuestros iguales, nuestros hijos, nuestros jefes, nuestros usuarios del trabajo, nuestras parejas, nuestra familia...

No pretendo dar lecciones de moral, solo reflexionar. Y agradecer todo lo que tengo y me pido a mí mismo ser más coherente con mis necesidades reales.

Sin embargo, es importante que recordemos el dato, porque creo que nos estamos dejando algo atrás... o a alguien.



miércoles, 22 de octubre de 2014

A mí los niños me respetan...


"Pues a mí los niños me respetan" (y con una entonación que pa qué...)
Estoy hasta el moño de esa frasecita.


No me canso de decir que el respeto no es temor mordoriano. A ti los niños no te respetan, te tienen miedo. Puro y duro. Y cuando tienes miedo, ni pestañeas sin permiso, todas tus neuronas, todo tu ser te paraliza, y así lo demuestran los últimos estudios neurocientíficos acerca de nuestro cerebro reptiliano. Te apuntan con una pistola y el criminal te dice:

- ¿Ves? Tú me respetas.

No es que respetes, más bien es que estás cagao con una magnum 45 apuntándote a la sien.

Pues así, horas y horas que sufren montones de niños en clase. Que te pongo un parte, que vas al director, al jefe de estudios, que llamo a tus padres y te vas a enterar, que te expulso... los más osados hasta mandan copias... un sistema novedoso que está haciendo furor.
Esa sensación de miedo queda claro que hace de los niños unas simples marionetas, faltas de creatividad, asustadizas y con una autoestima en declive.
He comprobado, en mi trabajo y en mi casa, que es mucho más efectivo y, a la larga, mucho más rentable, sentarte a hablar con los niños, con las personas, mostrarles que estás ahí y que las cosas se pueden hablar.

Lleva mucho más tiempo.
Requiere muuuucha más paciencia.
Es muuucho más cansado a priori...
Pero no hay color entre una forma y otra.
Si aún ponéis copias, os recomiendo que charléis con esos chavales/hijos que os dan problemas.
Con el tiempo (con mucho tiempo) ganáis vosotros y, sobre todo, ganan ellos.

Sin embargo, ciertamente, tenemos que hablar de otro aspecto: existen algunos alumnos en nuestros centros que por su particular y especial idiosincrasia (contexto familiar, social, afectivo...) no encajan de ninguna forma y bajo casi ningún contexto. He hablado y dedicado multitud de horas con ellos y no ha cambiado en su rutina diaria prácticamente nada. Quizá en el tiempo lo recuerden, pero en el día a día, nada de nada. Y en ese día a día sí que hay otros chicos y chicas que quieren aprender, formarse, leer, preguntar y participar activamente de su formación (estemos o no de acuerdo con el sistema, lo cierto es que es así). Y no podemos olvidarnos de ellos por respetar a los otros. Con los conflictivos hay que intentar, hablar, chocar las palmas o abrazarlos si se dejan... pero no puedes ayudar a una persona si esa persona no se deja ayudar. Es imposible. Llegado a ese punto, tienes que dejar que los demás puedan desarrollar sus habilidades con comodidad, sin perjuicio alguno. Es así de triste, pero es así.

Lo cierto es que la administración debería dejarnos actuar con los chavales conflictivos de alguna forma útil y adecuada...

Alguna vez, tras expulsar a un alumno del centro, la madre me venía y me decía que no lo expulsara, que lo dejara en el centro y que lo pusiera a lavar los baños... ¡Ja! Si hiciéramos eso... la administración y multitud de asociaciones se nos echarían encima. Pero es que, además, tampoco sería útil. Sería un castigo más. Con lo cual, no es una opción útil.

Con estos chicos habría que arreglar cosas, pintar paredes o decorar con grafitis, hacer cosas manipulativas... no sé... depende de las habilidades y de los contextos... Eugenio, un gran artista, lo hacía con un grupo de chavales muy conflictivo en un centro en el que coincidí, cuando la administración nos dejaba y pagaba a un artista (no era profesor) para dedicarse a esos chavales con un horario lectivo como el de un profesor... Luego decidieron que ese dinero no era rentable... Los chicos conflictivos no son rentables. Es mejor invertir en redadas policiales que en educación.

Lo cierto es que la selva en la que estamos inmersos en los centros educativos, a veces, invita al homescholling, tan respetable como cualquier otra metodología. Pero no voy a hablar de esto ahora.

Hoy tocaba hablar del respeto, ese que se gana y no ese que se amenaza. Y, desde ese respeto, ayudar a los chicos en la escuela en lo que se pueda, y eso pasa por ayudar, también e igualmente, a los que muestran interés por aprender.

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Por qué educamos igual que hace 100 años?


“El director del informe PISA afirmó ayer que España no mejora en el rendimiento académico porque se sigue enseñando como hace décadas, mediante la memorización de fórmulas y frases; porque no se apuesta claramente por la capacidad de cada alumno para aprender, atendiendo a su particularidad; y porque ni se valora ni se conoce el trabajo de los profesores, a quienes no se les da libertad para enseñar.” La voz de Galicia, 4 de febrero de 2014


Vamos a ver. El conocido informe PISA  nos deja por los suelos en materia educativa. No hay que ser un lince ni hace falta leer el informe para ver que esto es así. Y su director dice estas cosas de nosotros y de nuestro sistema. ¿Tan evidente es para para los de fuera y tan oscuro para los responsables de aquí?

Siempre hemos criticado a las grandes instituciones por llevar tanto retraso en su adecuación temporal con la realidad cotidiana. Quiero decir, siempre se le critica a la Real Academia de la Lengua Española que no admita palabras en su diccionario hasta que no pasan cincuenta años, se le reprocha a la iglesia católica que no admita cosas evidentes en el mundo actual y para las personas que en él vivimos ahora y no hace o dentro de 50 años; incluso no se sabrá si de verdad se pisó la luna o quién mató a JFK hasta que estemos todos muertos y nuestros descendientes sólo puedan decir: "mira... los engañaron...pobres..."

¿Por qué el sistema educativo lleva ese mismo retraso? 
Pues, entre otras cosas, por lo que nos dice el director del mencionado informe, ése que nos deja a todos a la altura de una babucha... 

¿Comemos igual que hace 50 ó 70 años? Yo no estaba, pero sé que no.
¿Nos divertimos igual que hace tantos años?
¿Leemos las mismas obras literarias?
¿Escribimos en pizarritas individuales?
¿Mojamos las plumas en tinteros?
¿Nos relacionamos unos con otros de la misma forma? (algunos así parecen hacerlo, pero la verdad es que no)
¿Pensamos y actuamos igual que en el siglo pasado?
¿Enfermamos o curamos igual que hace décadas?
¿Seguimos llamando a nuestros padres y madres de usted?
¿Jugamos en  su mayoría con caballos de alambre y muñecas de trapo...hechas en casa, no compradas?
¿Tenemos las mismas preocupaciones que antaño?
¿Nos desplazamos de igual forma?
¿La comunicación se realiza con los mismos medios?
¿Cultivamos igual?
¿Comerciamos de formas similares?
¿Hacemos el pan igual?
¿Usamos la misma tecnología?
¿Nos reímos con los mismos chistes?



Entonces... ¿por qué seguimos enseñando de la misma forma? Quizás porque es la única que hemos conocido y porque nadie nos enseña, nos incita, nos provoca o nos permite cambiar los modos de actuar. Y si no lo hacemos cada uno en su faceta, si no cambiamos cada cual en lo suyo, seguiremos con más de lo mismo, en sitios iguales o parecidos. Cada cosa que hagamos es como una onda en un estanque, es como la peli de cadena de favores... cualquier cosas que hagamos puede tener un gran impacto.

Ser raro no es malo, revolucionar no es malo, promover la cultura, el respeto, la motivación, sacar lo mejor de otros, transmitir valores adecuados para ser felices...

Lo que muchos llaman la resistencia al cambio. Mejor malo conocido que bueno por conocer. 

Y con esa mentalidad nos quedamos sin conocer tantas y tantas cosas...

sábado, 11 de octubre de 2014

Estreno blog con una entrevista para ABC

Me estreno con este blog de carácter personal... Antes había hecho cosas en cursos o para los alumnos, pero nunca para llevar un cuaderno de bitácora de esta índole.

Sois muchos los que me lo habéis pedido y me parece buena idea. A veces el facebook no es suficiente para exponer una idea concreta.

Y decido estrenarme por todo lo alto: os dejo el enlace de la entrevista que me ha hecho Gema Lendoiro para el abc digital. Espero os guste. Sé que va a levantar ampollas, pero no creo que eso sea malo; sé que hay gente que no va a opinar igual, gracias a Dios; intuyo que algunos me llamarán iluminado... ojalá lo fuera; y no me extrañaría que alguno se cagara en mis muelas, lo siento, no están disponibles.

Por lo demás, es lo que pienso y lo que siento... como siempre.

«La motivación no está en la importancia de la persona, sino en el éxito profesional»

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